9. LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES
En estos momentos en que he traspasado la teórica mitad de mi vida,
puedo manifestar sin pudor ni reparo alguno y también porque me
da la gana decirlo, que los instantes, el tiempo, que mas paz he tenido,
mejor dicho, he gozado a lo largo de estos ya bastantes años, fue
cuando a lo largo del curso y claro está como estábamos
educados, tutelados, gracias a Dios que todo hay que decirlo, por los
Curas Salesianos, se hacía un alto en el camino, creo que allá
por el mes de Febrero si no recuerdo mal y se realizaban los Ejercicios
Espirituales como corresponde ciertamente a la doctrina impuesta por esa
Orden religiosa.
Bien pues, guardo un profundo y bello recuerdo de todo ello, primero porque
a decir la verdad nos olvidábamos durante tres o cuatro días
de las ecuaciones, la física y sobre todo de la rutina y el duro
tedio de clase tras clase, segundo porque no acierto explicarlo ahora
ni nunca lo he podido explicar, las toneladas de paz y bienestar que sentía
en esos días, el estar tan cerca de algo superior a mí que
me insuflaba fuerzas, era como lavar tu alma joven en un río divino,
pasé muy buenos momentos orilla de Dios, estuve muy cerca de El,
muy amigo de El, ya no he vuelto a experimentar esas sensaciones mas en
mi vida y sí que lo siento, esos recuerdos seguro que no se me
olvidarán, los tengo pegados en mi interior, Dios está con
ellos.
Añoro esas charlas místicas y de otros temas que nos regalaban
esos buenos curas y educadores, esos teólogos venidos de otros
lugares y otros versados ponentes, con que cariño e ilusión
se entregaban a nosotros, les estoy muy agradecido.
Recuerdo aquellas misas fuera de lo común, que no se parecían
en nada a esas misas pesadas de todos los días, realizadas con
total devoción por la inmensa mayoría de todos nosotros,
por no decir todos, esas comuniones masivas y esos cantos litúrgicos
que tanto nos gustaba cantar.
Y de aquella cruz de madera que construimos en el Colegio Miguel de Mañara,
la recuerdo claramente, con dos troncos muy grandes y con un peso considerable
y que transportamos al anochecer un montón de jóvenes, llevándola
con los brazos en alto, cantando temas religiosos en un Vía Crucis
por gran parte de la Universidad, esto no lo he olvidado, algunas veces
lo he recordado con mucho cariño.
Siempre he pensado y además lo diré donde haga falta y no
me esconderé al decirlo, que para mí resultó una
inmensa suerte haber sido educado por los curas Salesianos y que le debo
mucho en mi vida, estoy inmensamente agradecido a ellos, salvo rarísimas
excepciones y creo que muchos jóvenes que pasaron por allí
y guarden estas experiencias en su baúl de recuerdos pensarán
lo mismo, aunque eso ahora de la educación con curas no se estile,
pero la verdad es que no estoy arrepentido y la experiencia la volvería
a repetir, seguro.
Un hecho anecdótico que me ocurrió durante la celebración
de los Ejercicios, estando creo en 1º de Maestría y que me
ha hecho posteriormente un gran beneficio en mi vida y es que gracias
a la misma no tengo el maldito vicio de fumar, gracias a Dios, desde ese
momento me propuse no fumar nunca y ciertamente lo he conseguido. Pues,
el último día de Ejercicios, nos ofrecía la Universidad
una comida suculenta, que esperábamos glotones como yo, diríase
como el maná, pues ese día nos repartieron un cigarro "Winston"
a cada uno, bueno pues el compañero de clase Miguel García
Benítez, gran amigo por cierto en la actualidad y por mas señas
natural de Los Corrales (Sevilla), me lo cambió sin darme cuenta
por un "Celtas", y yo como nunca había fumado antes,
su sabor me supo a cuerno quemado, un asco pensé, desde ese día
dije que no fumaría mas y la verdad que lo he llevado a cabo al
cien por cien, con total fidelidad, y puedo decir con cierto orgullo que
no fumé ni el día que me casé, gracias amigo Benítez
por el favor que me hiciste.
En fin, guardo un entrañable recuerdo de aquellos días de
Ejercicios, cuando llegué a encontrarme muy cerca de Dios y cuando
torrentes de paz inundaron mi alma.
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