Mis libros >> Aproximación al Recuerdo >> 6

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6. VILLANCICOS


       Todos los años cuando se acerca la Navidad, un aluvión de recuerdos me asalta y mira que han pasado años ya desde aquellas Navidades, pero me es igual, una entrañable añoranza  me ahoga, me hace volver a aquellos días previos a las primeras vacaciones del curso y en especial a las primeras vacaciones en mi estancia en aquel Centro, era una sensación de felicidad y alegría indescriptible, yo creo que a todos los alumnos nos pasaba lo mismo, éramos como aquel  que dice unos chiquillos con apenas catorce años y ciertamente toda esa novedad nos parecía un sueño, así que estando tan cerca la vacación, íbamos experimentando una especie de transformación, un cambio que nos irradiaba de satisfacción, los días se nos hacían larguísimos, inacabables, pensando solo en el momento en que llegara pronto el día de regresar a casa otra vez, aquello que al empezar el curso nos parecía imposible.

   Cuando se acercaban esos días, los curas educadores responsables de la educación en los diferentes colegios, con muy buen criterio la verdad sea dicha, decoraban todas las instalaciones colegiales con motivos navideños, asimismo instalaban altavoces sobre todo en la sala de juegos y en los pasillos contiguos a la capilla, los cuales y en los recreos sonaban unos villancicos maravillosos, preciosos, exactamente los mismos que aun  hoy escuchamos, la verdad que era magnífico salir de clase y empezar a oírlos, te trasladaba a otro mundo, aquello era el paraíso, cuantas veces oyendo ahora un villancico me he transportado mentalmente a aquellos instantes.

    Todo  sabía ya a Navidad, el Colegio ambientado con bolas y aderezos navideños, música celestial, cantos de gloria que rezumaban por sus paredes y cada día que pasaba, era un día menos que quedaba para irnos a nuestra casas, todos eso mezclado, amasado irradiaba felicidad, aquello era un edén, claro que lógicamente aun nos quedaban de pasar los primeros exámenes trimestrales, aun nos quedaba de sufrir, pero esos ratos de ambiente navideño y villancicos nos hacían el trago mas leve, mas ameno, mas llevadero, cuando al cerrar los ojos, solo veíamos trenes y autobuses aquellos que nos llevarían lejos de allí.

   Recuerdo porque esos momentos nunca los olvidaré que me sentaba en un sofá del pasillo y al son de un villancico interpretado por voces infantiles y con los ojos cerrados, pasé breves momentos muy agradables degustando el sonido y   pensando al mismo tiempo que qué cerca estaban ya las vacaciones.

    Estaba preciosa la Universidad sobre todo de noche, sus siete Colegios iluminados, sus pequeños cipreses engalanados de lucecillas de colores, parecía una portal, era un placer pasearla y oyendo en cada Colegio un villancico distinto y notar en cada uno la alegría de la algarabía juvenil, de verdad que lo recuerdo con mucho cariño.

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