Mis libros >> Aproximación al Recuerdo >> 4

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4. LA CORRESPONDENCIA


El que éstos recuerdos suscribe, por suerte o a lo mejor por desgracia, sabe lo que es estar interno en un Colegio, en ese estado de aislamiento, en esa especie de reclusión, de confinamiento, separado por muchas millas de distancia de tus seres mas queridos, sin tus amigos de tu pueblo, ese pueblo que en esos momentos creías que era el pueblo mas maravilloso del mundo, de los amigos de tu niñez, aparte de mas cosas que te estaba vedado el saborear y que pensabas que ya nunca volverías a disfrutarlas, ese estado de internamiento te hacía deleitar con inmenso placer algunos momentos que ya nunca mas he vuelto a notar, era cuando llegaba la entrega diaria de la correspondencia, el único y frágil hilo que nos unía con el mundo exterior, ello era un ritual, con todos los ingredientes de la mejor película de suspense, como si lo estuviera viviendo ahora mismo, hora la de las dos y cuarto aproximadamente, lugar el comedor, momento instantes de empezar a degustar el almuerzo-comida, cada uno de nosotros en su lugar correspondiente, aquel que ocupábamos durante todo el curso y encargado de repartirla el cura de turno, aquel que entraba todo de negro con cara de satisfacción o de haber comido ya , y llevando un paquete mas o menos abultado en la mano, de cartas remitidas unos días antes por nuestra familia y amigos, amigas el que tuviera y novias (esto ya mas difícil, éramos aun muy jóvenes), que momento mas bonito, el cura subido a un taburete y uno con el corazón algo mas revolucionado que de costumbre, esperando oír tu nombre salir por la boca del de negro, el silencio sepulcral y si alguien lo violaba, miles de chiss al mismo tiempo lo hacían callar de inmediato, nadie quería perderse detalle, y si llegaba tu momento, en el que el nombre salía al exterior, impulsado por un muelle, por un resorte ibas a recoger la carta que una mano te tendía y te entregaba, entonces te aislabas en tu urna de cristal y te dejabas absorber por tu misiva y la saboreabas como si de un bombón se tratara, queriendo asimilar y digerir de una vez todas aquellas noticias que te parecían que venían de otro mundo irreal, que creías que no existía, aquellas noticias que ya eran pasadas y que eran suplidas por otras que a lo mejor recibías el mismo día, mas tarde y después de salir de la comida, era fácil ver gran cantidad de gente por allí sentada, releyendo unas cuantas veces las cartas mirando al cielo, quien sabe si con ojos algo empañados y el que no había tenido la suerte de tener correspondencia, mirar con cierta y sana envidia, total una “pasada” como se dice ahora.

Mas tarde en la hora del estudio, ya había una cosa que hacer, la primera, la mas importante, la principal, era contestar rápido, contando todas tus aventuras y desventuras, tus alegrías y problemas, rápido para que otra vez pronto se acordaran de ti,……. Que tiempos aquellos, cuando solo un trozo de papel metido en un sobre blanco significaba el único lazo de unión con el mundo que a lo lejos te rodeaba, hoy ya se perdieron los internados, en la actualidad todo el mundo tiene a su lado un teléfono, se perdieron los momentos de magia e ilusión, ---- benditos sean aquellos momentos----gracias Dios mío por haberlos experimentado.

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