37. TERREMOTO
Y llegó el día en que tembló la tierra, fue si no recuerdo mal en el año 1.966 y un 28 de Febrero, para mas señas el día de Andalucía, aunque por aquel entonces no se celebraba esa fiesta por motivos obvios.
Y vaya si tembló, con ganas, por que el temblor fue fuerte, muy fuerte y todos los alumnos durmiendo en las residencias y que me acuerdo de el como si lo hubiera vivido ayer mismo, no se me olvidan aquellos instantes, en los que sentí, bueno sentimos susto, miedo, pánico, nervios, risas y mil cosas mas.
Como ya he dicho era de noche sobre las tres de la mañana aproximadamente y cuando toda la Universidad Laboral se encontraba en brazos de morfeo, durmiendo y soñando, de principio una especie de viento parecido al sonido de un vendaval vino a despertarnos e inmediatamente unos golpes muy profundos parecidos a los que pudieran ser dados en un bombo gigantesco amartillaron nuestros oídos, al mismo tiempo empezó todo a menearse y las camas a temblar fuertemente y comenzaron a oírse gritos y mas gritos, todo era confusión, nadie se imaginaba lo que estaba pasando, me acuerdo que la papelera de plástico de la habitación giró sobre si misma y rodó por el suelo, la alta y esbelta torre de la Universidad se cimbreaba como un junco o esa impresión me dio a mí, se oyeron voces de "un terremoto, un terremoto" y entonces todo el mundo se precipitó hacia la puerta de salida, menos mal que todo salió bien y la histeria no se apoderó de todos, de otra forma alguien se habría caído por el hueco de la escalera, que por cierto la barandilla de la misma joder como temblaba.
El seísmo no sé cuanto duraría pero a mí me pareció una eternidad, y una vez todos en el patio del colegio a esas horas de la madrugada, en pijama o en calzoncillos y en Febrero, pues tela el frío que pasamos, pues los curas hasta pasado un tiempo prudencial no dejaron y con buen criterio subir a las habitaciones.
Una vez subimos nuevamente a las habitaciones, ciscados de miedo, todo hay que decirlo, quien era el guapo que se dormía, pues nadie, menuda nochecita pasamos y eso que nadie sabía que los terremotos suelen tener los ecos, las repeticiones y efectivamente así sucedió, a las cinco de la mañana otro nuevo terremoto, con algo menos de intensidad, otra vez todo el mundo corriendo hacia abajo, esto ya era un cachondeo, algunos lo sé se lo pasaron en grande, esta vez ya hubo quien mas tranquilo se paró a coger un jersey e hizo bien.
A lejos por la carretera de Utrera que pasaba cerca de la Universidad, se veían filas de coches que abandonaban Sevilla, con el miedo metido en el cuerpo en dirección al campo, resumiendo "una movida" como se dice en estos tiempos.
Lo que quedó después del acontecimiento fue el cachondeo puro, todas las noches siguientes y al poco de acostarnos y cerrar las luces que ordenaban silencio total, se oían voces de "terremoto" y claro saliendo corriendo de sus camas, aun sabiendo que era mentira claro y los curas sin saber que hacer para cortar la guasa, que bien no lo hizo pasar el terremoto aquel.
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