15. BUENAS NOCHES NOS DE DIOS
Esta es una de las vivencias que mas cariño le tengo, una de las que con mas emoción me acuerdo, ha venido a mi memoria muchas veces en mi vida, todas, todas las noches sin dejar ni una y antes de subir a las plantas-dormitorios, nos despedían a todos con unas palabras, allí en el pasillo exterior que unía las aulas con la residencia estudiantil y puestos en formación por aulas el propio Director del Colegio nos deseaba las buenas noches desarrollando un pequeño comentario o plática de unos cinco minutos de duración en el que el salesiano nos repasaba los pequeños pormenores de asuntos del Colegio y nos recordaba las distintas noticias que nos afectaban, despidiéndose siempre con unas sabias palabras que de verdad oíamos con mucha atención, interesándose también por nuestros problemas con la ayuda de los demás coadjutores que también allí se encontraban, en aquel lugar al aire libre, a la luz de la luna, después de la cena y disfrutando de la hora de asueto, sintiendo la fragancia del azahar de los naranjos plantados en los bien cuidados jardines cercanos, llegaba la hora de las buenas noches que todos escuchábamos en total silencio, oyendo los buenos consejos que repartían a todos, siempre recordándonos que estudiáramos lo más posible, que no perdiéramos el tiempo, que habíamos tenido mucha suerte de encontrarnos en aquel Centro, que con poco que nos descuidáramos perderíamos la beca y eso sería una lástima, todos los días el mismo cantar, pero aunque pudiera parecer pesado, había que agradecerlo, era mucho el interés que ponían en que no desfalleciéramos, una vez terminada la pequeña charla, siempre se despedía de nosotros con la misma frase que la tengo cariñosamente grabada en mis adentros, "Buenas noches dos dé Dios", a lo que todos nosotros respondíamos "Buenas noches", subiendo a continuación a las habitaciones para el descanso.
Aprovechando este momento tengo que contar una anécdota, una noche y cuando nos encontrábamos en silencio en plenas buenas noches, al buen amigo García Benítez, alias "Pedrés" le empezó a sonar en el bolsillo como un sonido musical, no se si sería un despertador, un aparato musical, un reloj, lo cierto es que el amigo en su afán de apagarlo rápido, no supo o no pudo hacerlo debido a los nervios y al azoramiento, total risa general y el cachondeo común por la zona donde nos encontrábamos, al momento el cura que patrullaba aquella zona allí lo teníamos, interrogándonos con la mirada y lo gracioso del caso es que me miraba a mí , porque no sabía de donde procedía el sonido, yo ya estaba medio acojonado por la risa y porque veía que veía que me iba yo a cargar el muerto, menos mal que el asunto no pasó a mayores, el compañero Benítez logró apagarlo y todo quedó en un a simple anécdota.
La verdad es que recuerdo con mucha nostalgia y cariño todos esos momentos, la noche como testigo, la luz tenue de las farolas, la voz tranquila y grave del Director cuando escuchábamos su charla, sacando siempre alguna pequeña enseñanza de lo que con buen fin nos hablaba y al momento a caer en la cama y esperar soñando hasta el día siguiente que volvería a ser exactamente igual, idéntico al que habíamos dejado atrás , y ver pasar el nuevo día hasta que ver llegar otra vez como te regalaban las "Buenas noches nos dé Dios".
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